Por: Carlos Heller
Para hablar de distribución, considero oportuno realizar una distinción entre la distribución primaria y la distribución secundaria del ingreso.
En la primaria, la distribución se da en el proceso de la producción, y es la que determina qué porción del valor agregado se distribuye entre los asalariados, y qué porción bruta queda para el capital.
Para cambiar la distribución primaria hay que intervenir en el proceso productivo, tomar decisiones sobre los salarios pagados y sobre las ganancias de las empresas. En este aspecto las negociaciones paritarias son el eje principal, acompañadas de regulaciones del trabajo que desalienten la flexibilización laboral.
La distribución secundaria del ingreso, por su parte, es la que se realiza a través de la política fiscal. Está centrada principalmente en los pagos de impuestos, en las transferencias que realiza el gobierno a las familias, y en la redistribución que se realiza a través de los servicios públicos brindados a la comunidad, como la salud y la educación. En este último caso, se trata de una redistribución “en especie”, que aumenta en gran medida el bienestar de la población. Gastar bien no es sólo hacerlo eficientemente, sino orientar el gasto a las necesidades de la población, proveer vivienda social, mejorar la educación y la salud.
Si bien decidir si la distribución del ingreso se realiza alterando la distribución primaria o la secundaria parece una cuestión técnica, es un tema eminentemente político, porque mejorar la distribución primaria significa achicar las ganancias empresarias.
En este sentido, muchos políticos y economistas ortodoxos por ejemplo, han demostrado su preocupación por el tema de la distribución. Si bien lo hacen para aggiornar su discurso, lo cierto es que sugieren asistencia a los pobres e ingreso ciudadano. Es decir, piden políticas redistributivas a través del Estado sin intervenir en las ganancias de las empresas.
En mi opinión, creo que es correcto utilizar las políticas redistributivas del estado, aunque está claro que no son las que cambiarán la esencia del problema distributivo. La mejor estrategia distributiva es mejorar la participación de los salarios en el ingreso total.
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