Vistas de página en total

jueves, 20 de enero de 2011

Clarín y sabato un solo corazón... militar


"La inmensa mayoría están el país" (Ernesto Sabato); "Los escritores más destacados no se han ido" (Mujica Lainez). "Ni Borges, ni Sabato, ni Mallea se fueron" (Silvina Bullrich) "Después de todo ¿Cuáles son los escritores importantes exiliados?" (Luis Gregorich. Toda una página del oportunismo local. Y de complicidad con el genocidio.
Estos mismos nombres son los que, iniciado el proceso democrático, se reubicarán en la escena nacional y mediática comenzando lo que Bayer llamó la literatura de la justificación. Otra vez todos juntos, alzarán sus voces por la democracia, y Sábato tendrá su lugar de notable en la CONADEP.
El genocidio obliga a las grandes definiciones. Y para eso no hay más que ver que dijo cada uno: para Sabato la argentina de la dictadura estuvo lejos de ser un tremendo cementerio. Según el notable, todos, es decir los artistas, escritores, científicos, músicos pudieron trabajar. Dicho esto, no es casual que este discurso cómplice del genocidio se convierta, llegada la democracia, en la teoria de los demonios tan defendida y promcionada por la historia oficial. En el Prólogo del Nunca Más, Sábatyo escribe: "Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en otros países".

El relato de las madres,


Como reconocen las madres no fue fácil comenzar a comunicarse. Las primeras marchas fueron silenciosas, dando vueltas alrededor no de la Pirámide sino del monumento de Belgrano, más cerca de aún del poder genocida. En fila, de a dos, agarradas de los brazos, las Madres comenzaban a permanecer en la Plaza. Luego entendieron la posibilidad de dar a conocer su reclamo, a los vecinos, en cada barrio, en las esquinas; entonces hacían en sus casas unos dibujos en cartulina, como tarjetas donde le agregaban la frase: "tengo un hijo desaparecido".
También recogiendo quizás parte de la cultura popular, escribían con la misma frase los billetes y los hacían circular cuando hacían las compras para la casa. A la distancia, esta acción concreta de denuncia tiene una connotación muy particular: eran amas de casa a las que le habían secuestrado a sus hijos y denunciaban el hecho escribiendo de su puño y letra el dinero, símbolo mismo del capitalismo, sistema responsable de la implementación del genocidio. Así, en 1977, con la aparición de este grupo de mujeres como consecuencia de la desapación de los hijos, y su encuentro en la plaza , comienza el relato de las Madres.
Hebe de Bonafini dice "otra cosa que se inventó fue escribir el dinero, los billetes, poner primero "tengo un hijo que se llama tal y se lo llevó tal fecha la policía"; esciribías todos los pesos que tenías en tu casa y salíamos todas juntas a la feria (...); entonces, en épocas de plena represión asesina, el que lo recibíua quería pasarlo y deshacerse rapidito del mismo; circulaba por eso muy rápido y esto era muy bueno porque lo leía muchisima gente".

La eterna presencia, por Osvaldo Bayer.


En el genocidio no hay patria, no hay lugar, es el acontecimiento como brecha en el tiempo, donde ya nada podrá volver a ser como era. La degradación del hombre llegado el infierno. Y es esta condición de genocidio la que obliga a reflexionar de manera diferente obligados por el agotamiento de todas nuetras categorías tradicionales.
Como señala Hannah Arendt, han pulverizado literalmente nuestras categorias de pensamiento político y nuestros criterios de juicio moral.
Siguiendo a Nicolás Casullo, Genocidio, entonces, es tanto falta, ausencia, aniquilación violenta de lo humano; de una aniquilación genocida, bélica, con sus lugares, con sus voces, con sus escenas, con sus cuerpos y mundos ausentes de toda escritura.
Como muchos saben, el concepto de desaparecido es una figura singular de nuestro país. La implementación de la no aparición como método de exterminio político es, precisamente, aquello que no tiene traducción. Y es, además, un término que más allá del paso de los años, del lugar de la historia y de las memorias construidas, tendrá en su no-cuerpo, en la negación arbitraria y cobarde del asesinato, en su conformidad inconclusa, la marca del tiempo permanente. Suspensión del tiempo, la desaparición de personas es, en tanto presencia-ausencia, la eterna presencia.

cortazar y hebe de bonafini


...El ejemplo admirable de las Madres de Plaza de Mayo esta ahí como algo que se llama dignidad, se llama libertad y sobre todo se llama futuro... Julio Cortázar,París, 1981.

"Nosotras somos un producto directo de la injusticia de los hombres, no sólo de los represores sino también de quienes los acompañaron y se sirvieron de los represores, de los que dejaron hacer sin criticarlos y aun de los que dieron un paso al costado"
Hebe de Bonafini, 1988.

Nuestro Rodolfo Walsh




A Walsh lo han llamado "el anti-Borges". Qué rara coincidencia. Al joven BÜchner lo califican "el anti-jünger" (y a Jünger le decían el Borges alemán. Büchner era como Walsh, es decir un agitador. Walsh era como Büchner, un contrabandista de la literatura. Büchner era un comunista precoz; Walsh, un revolucionario latinoamericano consecuente y sin prisa. Ernest Jünger (el Borges alemán) ha sido denominado no sin cierta ternura en un seminario cumbre de Berlín un fascista noble de frialdad proporcionada, donde el calificativo de fascista no fue pensado en peyorativo sino como categoría de pensamiento. Tal vez para evitar confusiones, el sociólogo Oskar Negt se apresuró a corregir aquel título por el de un antidemócrata constitucional.
De cualquier manera, Jünger (el Borges alemán) ha construido los fuertes pilares del edificio teórico de la revolución conservadora. Un pionero. ¿Walsh, el anti Borges? Tal vez una definición excesivamente ampulosa, un poco para asustar al descuidado. O más bien una búsqueda desesperada de congruencia entre los conceptos de moral, estética y política. Wlash es siempre joven, impetuoso. Vuelo y profundidad. En su conversación con el lector pobre de novelas policiales hay genio, tragedia, misterio, ansia. (¿Qué es literatura, acaso?).
Nunhca le van a perdonar a Walsh eso: que ha quedado siempre joven. Se les escapa de los moldes y las escuelas. Supo ver y desnudó a toda la sociedad argentina cuando dejó de jugar al ajedrez y se asomó a ver qué pasaba.

Prólogo de Operación Masacre, por Osvaldo Bayer

miércoles, 19 de enero de 2011

testimonio de Graciela Daleo.. por Horacio Verbitsky


Cuenta Graciela Daleo "El día que terminó el campeonato Mundial de fútbol de 1978, cuando Argentina hacía un gol, desde Capucha se oían los festejos en la cercana cancha de river. El tigre Acosta subió al tercer piso del casino de oficiales donde nos tenían recluidos. Nos saludó eufórico gritando ¡Ganamos, Ganamos!. Decidieron sacar a algunos prisioneros para que vieran como festejaban los argentinos; la represión era un invento de la prensa marxista y socialdemócrata, decían. Ellos ya se habían convencido y no percibían lo ridículo del intento de convencer a sus prisioneros. El prefecto Héctor Febres al volante de un 504 verdse y otros tre miembros del grupo de tareas me llevaron por cabildo. Al llegar a Juramento no podían seguir avanzando. Asomada al hueco del techo corredizo no dejaba de llorar. ´si grito que soy una desaparecida, nadie me hará caso´, pensaba. Después nos llevaron a una copnfitería. Cuando no soporté más la angustia pedí permiso para ir al baño. Cuidar el aspecto era considerado como un indicio de que las prisioneras en vías de recuperación resumíamos los valores occidentales y cristianos, y por eso nos desvolvieron el maquillaje que teníamos al ser secuestradas. Con un lápiz de labios escribí en las paredes hasta acabarlo ´milicos asesinos, Massera asesino, Viva Perón´. Volví a la mesa. Nos devolvieron el chupadero".

Desaparecidos y el rol de la Iglesia, (parte II)


María Amelia y Patricia María Brizuela buscaban a su hermana María Virginia, estudiante de filosofía y Letras y maestra. Las tres eran hijas de un coronel odontólogo que murió dos meses después. A través de su tío, el general Guillermo Brizuela, las dos hermanas llegaron a Graselli.
Este vivario castrense tomó el fichero metálico grid, lo depositó sobre la mesa y fue abriendo sus cajones, donde guardaba en orden alfabético los cartoncitos con anotaciones sobre los desaparecidos.
-Fue detenida por coordinación Federal y después la llevaron a la Esma- les dijo.
-Pero ¿por qué, monseñor?- preguntaron las hermanas.
-Pudo tener alguna vinculación con el atentado al canciller Guazzetti- les respondió.

Desaparecidos y el rol de la Iglesia, (parte I)













El 8 de noviembre de 1978 Carlos Oscar Lorenzo salió de su casa como todas las mañanas, pero nunca llegó a su trabajo. A través de un amigo de un amigo de sus padres llegaron hasta un oficial de la Armada que atendía en la casa de gobierno y que los despidió con palabras formales de consuelo y ninguna información. Cinco días después sonó el teléfono. Lorenzo habló 15 minutos con su esposa. La familia entendió que estaba en una unidad militar. "Por favor no hagan denuncia, no hablen, me tratan muy bien, quédense tranquilos", dijo.
Luego de meses sin noticias, el conocido que los había llevado hasta casa de gobierno, les dijo que estaba en el Batallón de Arsenales 601, en Boulogne. Lorenzo estaba recién casado, con Nilda Cristina Cerizola, quien se acercó al batalló. La única puerta abierta al público que vio era la de una capilla.
La recibió el capellán del arsenal, un cura español gordo y franquista, el padre Amador. La esposa llevaba una foto. El capellán le dijo que Carlos Lorenzo estaba ahí y que era bien tratado. "Es un muchacho lector", dijo ella. "Seguro que lo pusieron a ordenar la biblioteca", retrucó el cura.
En otra visita, le dijo a Silvia Lorenzo, morocha, de 1.60 de estatura y ojos oscuros: -se nota que son hermanos-.
Carlos Lorenzo era rubio, de ojos claros y medía 1.90. La familia comenzó a desconfiar. Ante su insistenciael padre Amador les dijo que consultaría con Graselli.
Cuando volvieron a reunirse los calmó: - Carlos está bien y pronto va a salr-.
Decidieron saltearse intermediarios y fueron al Vicariato castrense. Promediaba 1979. Graselli les dijo que no desesperaran, que "el alma caritativa de Videla" había concebido "un operativo de rehabilitación" porque no quería perder las inteligencias de los subversivos.
Con el propósito de recuperarlos para la Patria, eran atendidos por médicos, psicólogos y sociologos.
-Los tratan bien y en muchos casos los dejan salir del país. Yo los ayudo- les dijo.
agregó que junto con ellos "se rehabilitan los que se excedieron en la represión, los guardias malos".
Pero también había otra categoría, la de los irrecuperables.
-Es probable que alguien piadoso le dé una inyección y el irrecuperable se duerma para siempre- dijo Graselli

EL EVANGELIO SEGÚN MASSERA,, por Horacio Verbitsky


Entre el jueves 13 y el viernes 14 de mayo de 1976, fuerzas de la Armada, camufladas como si fueran del Ejército, secuestraron de sus domicilios y lugares de trabajo en la ciudad de Buenos Aires a 4 catequistas y a los esposos de dos de ellas.
La primera víctima fue María Ester Lorusso, arrancada de su departamento. Quienes se la llevaron pasaron la noche allí a la espera de que llegara la ex monja mónica Quinteiro. Como no vino, comienron y bebieron todo lo que había en la heladera y arrancaron de la pared un crucifijo de porcelana.
Un día despçues, se llevaron a María Marta vázquez Ocampo, que estaba embarazaba, y a su esposo César Amadeo Lugones. Dos horas después le tocó el turno a la hija de César Amadeo Lugones, Alas 5, le tocó el turno a la hija de Emilio Fermín Mignone y Angélica Chela Sosa, Mónica Candelaria.
-¿Tienen alguna credencial?- preguntó Mignone a través de la mirilla a los hombres que golpeaban su puerta...... Le mostraron una ametralladora

LAS PROCLAMAS.. por Horacio Verbitsky






En 1975, a un mes de la investidura de Tortolo como sucesor de Caggiano en el Vicariato castrense, Bonamín pronunció un discurso ante una formación militar que resonó como una proclama golpista: "Cuando hay derramamiento de sangre hay redención, Dios está redimiendo mediante el Ejército Argentino a la Nación Argentina". Se preguntó si "¿No querrá Dios algo más de las fuerzas armadas, que esté más allá de su funció0n de cada día en relación a una ejemplariedad sobre toda la Nación?" y dijo que formaban "una falange de gente honesta, pura, que hasta ha llegadoa a purificarse en el Jordán de la sangre para poder ponerse al frente de todo el país hacia grandes destinos futuros. Les toca sufir por lo que los demás gozan. Les toca velar con las armas en la mano los festines de los corruptos".
Según Tortolo, las grandes crisi deben producir grandes hombres. Según él se avecinaban tiempos de lucha, oscuridad y dolor. se sirvió de una metáfora: "Es un dolor que parte de los más profundo del ser humano, lo quema por dentro, lo exprime y aprieta por fuera". Parece la anticipación del método que pronto se generalizaría en el país de la mano de la dictadura cívico-militar.
La noche del 23 de marzo de 1976 un sobrino de Bonamín lo buscó en las oficinas del Vicariato castrense en Buenos Aires. Luis Bonamin, de 21 años, hijo de ese hombre y sobrino nieto del provicario, había sido secuestrado y acribillado a balazos por la policía de Rosario. La esposa y compañera de militancia de Ñuis en la Juventud Universitaria Peronista, María Teresa Butticé de Bonamín, debía salir del país y su pariente podía apurar los trámites del pasaporte. Llegaron al Vicariato a la hora convenida, pero debieron esperar en un pasillo, porque Victorio tenía un reunión fuera de agenda.
Cuando los hicieron pasar, se cruzaron con dos jefes militares de alto rango, de quienes el sacerdote se despidió. Bonamín hizo pasar a su sobrino y a la muchacha y les preguntó qué había sucedido. El acongojado padre le contó a su tío lo que que sabía. Después de escuchar el relato, el provicario apenas dijo:
-Él se lo buscó.
Al día siguiente, María Teresa reconoció en un televisor a los hombres que había visto salor del Vicariato. Eran los jefes del Ejército y de la Fuerza Aérea, Jorge Videla y Ramçon Agosti, miembros de la Junta militar que había tomado el poder. Ambos habían nacido en Mercedes, donde frecuentaron al obispo Tortolo antes de que fuera designado vicario general. Desde entonces, conservaron con él una afectuosa relación. "Nos conocesmos desde hace treinta años", explicó Tortolo.
Así comenzaba la dictadura militar más prolongada del siglo XX.

La Ciudad Católica (Iglesia y dictadura) por Verbitsky


En 1958 desembarcó en la Argentina la primera avanzada de La Cité Catholique, un retoño de la organización monárquica católica L´Action Française creada por Charles Murras. Con ella llegó al Río de la Plata la doctrina de la guerra contrarevolucionari, la técnica de la tortura y su fundamento dogmático tomista.
En un libro Le Marxisme-léninisme, se dice que que al enemigo (marxismo)sólo puede oponérsele con éxito una fe profunda, una obediencia sin límites al Santo Padre, un conocimiento acabado de las directivas de la Iglesia. Tanto Charles Lacheroy, como Roger Trinquier. Ousset, y Jean Gardes, desarrollaron un concepto nuevo, el de la subversión, un enemigo proteico esencial, no definido por sus acto, cuya finalidad es subvertir el orden cristiano, la ley natural o el plan del Creador.
Jacques Massu, refiriéndose a las torturas inquisidoras de la iglesia y los militares, sobre los denominados "subversivos" argumentan que "Si la ley permite, en interés de todos, suprimir a un asesino, ¿por qué se pretende calificar de monstruoso el hecho de someter a un delincuente, reconocidocomo tal y por ello pasible de la muerte, a un interrogatorio penoso, pero cuyo único fin es, gracias a las revelaciones que hará sobre sus cómplices y sus jefes, proteger a inocentes? En circunstancias excepcionales, recursos excepcionales"

El Moribundo.. de Horacio Verbitsky


-Si él no se hubiera enfermado, no estarían pasando estas cosas- dijo el hombre que cubría su calvicie con pelo remontado desde la sien.
La mujer no sabía qué contestar. Le molestaba la familiaridad con que le hablaba el hombre, el asedio de sus preguntas. Ni le respondía ni se animaba a rechazarlas. Seseaba terminar rápido. Por los pasillos relucientes circulaban en silencio monjas y parturientas. Era otro planeta, distante del que ella habitaba contra su voluntad.
-¿Querés verlo?- insistió el hombre, como si los despojos agonizantes testimoniaran sobre la pureza de sus intenciones.
La mujer se resignó a seguirlo. El hombre abrió la puerta de una habitación a oscuras y avanzó unos pasos. La mujer asomó la cabeza. No vió nada, pero oyó un gemido junto con la fricción de sábanas. Sintió repugnancia y retrocedió. El hombre la observaba con una sonrisa triunfal.
La mujer sabía que el moribundo habñía sido alguien importante pero ignoraba hasta que punto también estaba relacionado con su destino personal. Recordaba que sus fotos se publicaban en los diarios. De negro, con una faja morada en la cintura, el cardenal posaba al lado del general. El militar con uniforme de gala le ofrecía una lapicera. Inclinado sobre un gran libro de escribanía, el prelado simbolizaba la promiscuidad eclesiástica con el poder temporal. Doce años antes Graciela Daleo militaba en los campamentos de acción misionera de tartagal y en el Chaco santafesino, junto con Mario Firmenich y el sacerdote Carlos Mugica. Eran parte de una rebelión que crecía en las entrañas de la iglesia contra la concepción que aquel anciano encarnaba. Ésa fue su puerta de acceso a Montoneros.
Ahora debía escuchar con fingido respeto las historias que le contaba el hombre con el pelo de la sien pegado sobre el cráneo. De él dependía su libertad.
-Te puedo conseguir la visa para Venezuela- le dijo por fin, luego de cerrar la puerta de la habitación.
-Pero tiene que ser pronto. Me quiero ir en el avión del viernes- urgió la mujer.
-Esta bién, vení a verme el jueves a la Curia. Pero necesito el pasaporte y el pasaje de ida y vuelta- explicó el hombre.
-Con eso no va a haber problemas- respondió la mujer.
Del pasaporte y el pasaje se encargaría el hombre más joven, que la había conducido hasta allí. Ahora la eperaqba en un auto estacionado en una de las dos cuadras de la breve calle San Martín de Tours, donde se alzaba la Pequeña Compañía de María o Mater Dei, el sanatorio y maternidad preferido de la alta burguesía católica de Buenos Aires.

Libro "El Silencio", de Horacio Verbitsky (De Paulo VI a Bergoglio. Las relaciones secretas de la Iglesia con la Esma).